16 ago 2014

Nueva Orleans y el primer Jazz (música y ciudades)


Nueva Orleans. El Barrio Francés y músicos callejeros. Al fondo emerge el CBD. Fotografía de Jimi Casaccia.
Nueva Orleans es una ciudad diferente, quizá la más exótica y cosmopolita de los Estados Unidos. Lo es por sus particularidades geográficas, lo es también por su singular historia y por su peculiar hibridación social, aunque, sobre todo, destaca por sus aportaciones al acervo cultural occidental que le han proporcionado una aureola mítica como un lugar alegre, desprejuiciado y de diversión.
Una de sus principales contribuciones ha sido a la música. Nueva Orleans es reconocida como la cuna del jazz, allí se escucharon entre finales del siglo XIX y principios del XX, el Ragtime, el New Orleans Style o el Dixieland, ritmos y melodías que impulsaron el nacimiento de una de las manifestaciones culturales más importantes de nuestro tiempo.
En aquella ciudad multicultural de hace un siglo, se combinaron una serie de afortunados factores para lograrlo. Hoy Nueva Orleans es, lógicamente, una ciudad mayor y más compleja que hace cien años aunque, en la actualidad, todavía se está recuperando del desastre padecido con el huracán Katrina que la asoló en 2005.

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Cuando en 2005 se produjo la catástrofe del huracán Katrina, que devastó la ciudad, buena parte del mundo aprendió algo sobre la particular geografía de Nueva Orleans. La ciudad se encuentra en el delta del rio Mississippi, junto al lago Pontchartrain, y prácticamente la mitad de su extensión se encuentra situada bajo el nivel del mar y del lago. La potencia del huracán puso en evidencia la robustez de los diques anti-inundaciones y causó el desastre. La rotura de las defensas del lago provocó un inmenso vertido de agua sobre una ciudad que quedó anegada y arrasada, provocando varios centenares de muertos y obligando a miles de personas a abandonarla.
Imagen del delta del Mississippi y sección de Nueva Orleans (marcada en rojo en la foto) en la que se aprecia el nivel inferior de la ciudad respecto a las masas de agua del entorno.
Aunque esta desgracia puso en primera línea de la actualidad a Nueva Orleans, la ciudad era y es reconocida por muchos valores que hacen de ella un lugar diferente, que podría recibir el título de ciudad más exótica y cosmopolita de los Estados Unidos.

La vieja Nueva Orleans, escenario para el nacimiento del Jazz.
Se afirma que “el jazz surgió en Nueva Orleans”, y aunque esta frase tan repetida sea una exageración (porque hubo otros lugares que también contribuyeron a la gestación  del nuevo estilo musical), lo cierto es que Nueva Orleans es la ciudad más importante en el nacimiento del jazz.
Quizá Nueva Orleans, la vieja Nueva Orleans, era el único sitio donde eso podía ocurrir, porque su carácter portuario y comercial generó una extraordinaria multiculturalidad (francesa, española, norteamericana, caribeña, india, africana, etc.) y su clima, propicio para la vida en la calle, provocó la continua interacción entre sus gentes (todo ello dentro de un ambiente de gran libertad y permisividad). En Nueva Orleans se mezclaron autóctonos y forasteros, personas de diferentes clases sociales (en la ciudad convivían la riqueza y la extrema pobreza) y, especialmente, se relacionaron blancos y negros (y entre éstos, los “criollos” y los “afroamericanos”).  
Imagen característica del Barrio Francés de Nueva Orleans, núcleo original de la ciudad.
A la ciudad fueron llegando inmigrantes italianos, alemanes, ingleses o eslavos y sobre todo numerosos esclavos negros de origen africano. El variopinto colectivo que se fue constituyendo veía como cada comunidad apreciaba sus raíces y las defendía con pasión, particularmente en el caso de la música. Así pues, en Nueva Orleans se comenzaron a escuchar canciones populares inglesas, junto a ballet francés, danzas españolas, himnos prusianos y música folclórica de otras muchas partes del mundo. Además, los cantos religiosos, spirituals, que se escuchaban en las diferentes iglesias o los temas que acompañaban a los ritos vudús (tan importantes en la ciudad), así como las work songs cantadas por los negros en las plantaciones y los primitivos blues, convirtieron a la vieja Nueva Orleans en una ciudad extravagante e increíblemente musical, en la que acabaría cristalizando una nueva forma de expresión totalmente original.
Por otra parte, producto de esos mestizajes,  Nueva Orleans también ofrece una gastronomía autóctona y única, y celebraciones tan especiales como su bullicioso y desenfadado carnaval, el Mardi Gras.

La vieja Nueva Orleans es en realidad una ciudad joven. Fue fundada por los franceses en 1718 al crear una colonia en la planicie que forma el delta del rio Mississippi. El asentamiento buscaba consolidar un puesto comercial de privilegio entre el Mississippi y el Caribe y entre el este y el oeste a lo largo de la costa. Desde allí se fue tomando posesión de un extenso territorio que los franceses bautizarían como Luisiana y del que Nueva Orleans sería su ciudad principal.
Así pues, su ventajosa posición estratégica, como puerto de mar con un intenso tráfico comercial, vinculado principalmente al cultivo de algodón, haría prosperar una ciudad que hacia 1860 era considerada la más rica de la Unión.
El territorio original de Luisiana, con la superposición de los estados que se formaron a partir de él (el punto rojo indica la ubicación de Nueva Orleans).
Pero, antes de incorporarse a los Estados Unidos, la enorme región francesa de Luisiana fue cedida a los españoles en 1763 como compensación de las ayudas que éstos habían realizado a Francia en sus contiendas con los ingleses. Años después, en 1801, Napoleón Bonaparte denunció el tratado de cesión y decidió, unilateralmente, el retorno al ámbito francés de Luisiana (entonces España no estaba en condiciones de rebelarse contra ese decreto). Aunque la retrocesión duró poco, porque en 1803 el entonces Primer Cónsul francés vendió Luisiana a la joven nación norteamericana. El inmenso territorio de 2,14 millones de km2 (aproximadamente cuatro veces España) pasó a formar parte de los Estados Unidos y daría origen a diferentes estados de la Unión, como Kansas, Nebraska o Missouri entre otros. Luisiana quedaría con una superficie muy inferior a la que había tenido originalmente, centrándose únicamente en el tramo final del rio. El nuevo estado de Luisiana quedaría conformado definitivamente al sumarle  las “cesiones” realizadas por los españoles del territorio situado al este del rio Sabine (en 1819) y de la Florida Occidental (en 1821). La capital se mantendría en Nueva Orleans (hasta 1846 año en el que fue trasladada a Baton Rouge, en el interior del Estado).
Nueva Orleans en 1728. El primer trazado de la ciudad (Barrio Francés) con la manzana vacía en el centro de la orilla del rio Mississippi (Jackson Square) y Orleans Street que divide el conjunto central de manzanas por la mitad a partir de la Catedral de St. Louis.
Nueva Orleans nació como una ciudad planificada en cuadrícula situada en la orilla izquierda (la norte) del rio Mississippi. La estructura inicial la conformaban 32 manzanas cuadradas que constituían un damero de 8 por 4, que iría ampliándose hasta alcanzar las 13 por 6 manzanas que conforman el actual Barrio Francés (French Quarter ó Vieux Carré), con su manzana central dividida en dos por Orleans Street que arranca desde la Catedral de San Luis, la primera iglesia construida en la ciudad (aunque la actual ha sido profundamente remodelada). Las dimensiones de las manzanas eran de 100 por 100 metros y las calles de 10 metros de anchura.
Este primer trazado quedaba limitado por el suroeste por el canal proyectado (aunque no se llegaría a construir) que años más tarde daría origen a Canal Street, la vía que se convertiría en una de las principales de la ciudad y que separaría el núcleo original de la primera extensión, el barrio de Santa María (Faubourg Ste. Marie).
Nueva Orleans hacia 1800. Por la izquierda, tras el canal (dibujado, aunque no se llegó a construir y daría nombre a la futura Canal Street) nace la trama girada del barrio de Santa María, donde emergerían muchos años después los rascacielos del CBD.
Nueva Orleans en 1863. Las tramas reticulares que siguen el cauce del rio van “chocando” y creando esa aparente radialidad viaria (el recuadro amarillo indica la ubicación del Barrio Francés, el núcleo original que en los anteriores planos tenía el norte girado)
A partir del rectángulo inicial, Nueva Orleans fue creciendo de una forma muy peculiar: adaptando sucesivas tramas cuadradas a la orilla del meandro que el rio realizaba en esa zona. Por lo tanto, las retículas iban girando en función de la curvatura del cauce fluvial, lo cual provocaba encuentros irregulares entre las mismas, que se iban solucionando puntualmente deformando las manzanas extremas. La prolongación de las tramas hacia los terrenos interiores del meandro, con esos giros obligados que producían falsas bisectrices en los encuentros, irían creando esa apariencia de ciudad radial, cuando no lo es realmente. A finales del siglo XIX, la ciudad urbanizaría todos los terrenos que la separaban del lago Pontchartrain, (siguiendo la misma estrategia de damero colocado según la orientación de la orilla). Esa fue la Nueva Orleans que acompañaría el nacimiento del jazz.
Nueva Orleans en 1919.En los años veinte ya se encontraban urbanizados tanto el interior del meandro como los terrenos que llegaban hasta el lago Pontchartrain.
En cierto modo, la Nueva Orleans de finales del siglo XIX contenía dos ciudades en una. Una era la ciudad “francesa” (al este de Canal Street, ocupando el centro) donde vivían los blancos y sus sirvientes negros, y donde también residían los “criollos”, negros y mestizos que, aunque no estaban plenamente aceptados, habían tenido éxito en los negocios y eran figuras prominentes de la vida ciudadana (y presumían de tener nombres franceses). Este era uno de los rasgos sociales más característicos de aquella Nueva Orleans en la que convivían los negros “criollos”, cuyos ancestros eran libres frente a los negros “afroamericanos”, de ascendientes esclavos. La otra, era la ciudad “estadounidense” (al oeste de Canal Street, en la periferia) donde vivían los negros emancipados, pobres y sin educación. Mientras los criollos leían pentagramas y ejecutaban con precisión sus notas, los afroamericanos memorizaban e improvisaban en sus bandas (muy pocos de ellos sabían leer partituras). El contraste alimentaba la competencia entre los músicos de ambos lados de Canal Street.
Plano del centro de Nueva Orleans con la ubicación del Barrio Francés y Storyville (y su “sucursal” negra)
Esta situación cambiaría radicalmente con la medida que, en 1897, tomó la alcaldía de la ciudad y que facilitó la “fusión” entre los dos grupos (musicalmente hablando). El concejal Alderman Sidney Story decidió centralizar la prostitución en un sector concreto de la ciudad, junto al Barrio Francés, delimitando una zona que inicialmente fue conocida como “The District” pero que acabaría siendo denominada Storyville,  en “honor” a su creador. Realmente la prostitución ya se estaba dando desde hacía años en esa zona, cerca del ferrocarril que pasaba por Basin Street, pero la oficialización de este “distrito rojo” permitiría la prohibición en el resto del municipio. Aunque Storyville estuvo realmente dividido en dos sectores separados: la parte de los blancos y la de los negros. Allí se abrieron burdeles que contrataban músicos y en sus calles se celebran concursos de bandas de viento. Allí acudieron jóvenes músicos de ambos lados (los criollos habitualmente con desconocimiento familiar). Storyville fue un verdadero caldo de cultivo donde se fue forjando el jazz de Nueva Orleans y desde allí irradiaría influencia tanto a los cabarets y salas de bailes de los distritos vecinos, como a los barcos que surcaban el Mississippi, al Barrio Francés y al resto de cafés y hoteles de la ciudad. Aunque quizá la leyenda haya suavizado la sordidez del barrio e incluso magnificado el peso de Storyville en la formación del jazz.
Imagen de época de Storyville (Bassin Street). El primer local es el “Arlington Annexe” de Tom Anderson y al fondo aparece el “Mahoganu Hall” de Lulu White, dos de los locales más frecuentados.
Storyville sería cerrado en 1917, cuando en plena Primera Guerra Mundial, la marina de los Estados Unidos, que utilizaba la ciudad como puerto militar, creyó que la disipada vida del barrio perjudicaba a la moral de sus soldados y presionó a las autoridades  para su clausura (con el tiempo el barrio acabaría siendo transformado radicalmente y hoy es conocido como Iberville). Cuando este legendario barrio de mala nota dejó de operar, muchos músicos se quedaron sin trabajo y comenzaron a emigrar a otros lugares, principalmente hacia Chicago, ciudad que los acogería con los brazos abiertos.

El Ragtime, cuando los negros comenzaron a tocar música blanca.
Para algunos puristas, el Ragtime no se debería incluir como música de jazz, ya que es una música “compuesta” para piano y, por lo tanto, carece de uno de los rasgos característicos del jazz: la improvisación. Pero comúnmente si suele hacerse, porque, lo que sí contiene el Ragtime es el swing, otra de las señas identificativas del jazz.
El Ragtime fue el producto destilado de muchas formas musicales previas que tenían en común su peculiar consideración del tiempo. Aunque fuera música cuidadosamente compuesta, y en ese sentido pudiera hermanarse con las composiciones para piano clásico, lo cierto es que la concepción rítmica y la intensificación aportada por los músicos negros causaban una impresión que se etiquetó como ragged time (tiempo despedazado). En el Ragtime, el ritmo se impone sobre la melodía, al contrario de lo que sucedía en la música europea, y ese ritmo es vivaz, sincopado, descompensado (raggy, lo que finalmente llevó a denominar rags a los temas). Afortunadamente, su carácter de música escrita, le permitió perdurar, ya que en aquellos años no existía la grabación sonora.
El gran exponente del estilo fue Scott Joplin (1868-1917), quien gracias a su sólida formación musical fijó las claves del Ragtime clásico, que se venía tocando en muchas partes de Norteamérica, sobre todo en los campamentos de los trabajadores del ferrocarril. El Ragtime sonaba desde Sedalia o St. Louis en Missouri hasta Kansas City o Texas. Y por supuesto en Nueva Orleans. Una de las definiciones más populares para el Ragtime es la que lo considera “música blanca tocada al estilo negro”. En la música de Scott Joplin había muchos elementos de la tradición musical europea que se unían al sentido rítmico de los negros.
Hacia 1890 el rag adquirió una amplia popularidad. En ese final del siglo XIX norteamericano, hubo otros destacados pianistas de Ragtime como Tom Turpin, Louis Chauvin o Eubie Blake, muchos de los cuales ofrecían sus memorables interpretaciones en los burdeles, garitos, salones y clubes privados de la época. A pesar del menosprecio recibido por la cultura oficial, el Ragtime fue “el manantial del que brotaron cada uno de los cambios rítmicos y estilísticos que han caracterizado la música popular americana”, como afirmó el pianista Max Morath.
A la izquierda Scott Joplin. A la derecha, Jelly Roll Morton
Otro de los personajes relevantes del Ragtime sería, años después, Jelly Roll Morton (1890-1941) quien desde Nueva Orleáns se iría separando de la línea habitual para componer con mayor libertad y, sobre todo, destacaría por comenzar a realizar improvisaciones sobre sus propios temas.  Con Jelly Roll Morton se produce un hecho trascendental para el jazz ya que comienza a ser más importante la personalidad del intérprete que la obra realmente compuesta.
Aunque el Ragtime iría perdiendo vigencia frente a las poderosas corrientes del jazz que estaban surgiendo en paralelo, lograría mantener su presencia hasta finales de la década de 1920 con pianistas como James P. Johnson, Willie The Lion Smith o Thomas Fats Waller.
Muchos años después, en 1973, uno de los éxitos casi olvidados de Scott Joplin, The Entertainer, alcanzaría una repercusión internacional inusitada, gracias al hecho de formar parte de la banda sonora de la película “El golpe” (The Sting) protagonizada por Paul Newman y Robert Redford (y que obtuvo siete Óscar, entre ellos el de mejor película y, por supuesto, el Oscar a la mejor adaptación musical).


El New Orleans Style, cuando los negros reinventaron la música negra.
Si el Ragtime se tocaba en diferentes sitios (aunque alcanzara su clímax en Nueva Orleans), fue en esta ciudad donde surgió un estilo propio, el New Orleans Style formado a partir de la combinación de las músicas diversas que se escuchaban en la ciudad, y principalmente en Storyville (el comentado barrio de “mala nota”). En la zona criolla, los músicos tenían formación, muchos de ellos de conservatorio, y disponían de lugares como el Teatro de la Opera como referencia. Estaban, por lo tanto, más instruidos e incluso leían partituras, frente a los afroamericanos que eran mas espontáneos y recibían su música por tradición oral. El encuentro entre ambos mundos sería definitivo para la formación del nuevo estilo.
La misión de semillero la cumplieron las marching bands, conjuntos instrumentales con predominio de instrumentos de viento (que eran baratos al haber sido descartados por las bandas militares tras la guerra de secesión o la contienda de 1898 con España). La extraordinaria pasión local por las bandas de metal, explica la intensa y entusiasta relación entre la ciudad y la música. Estas bandas eran una de las pocas opciones de trabajo remunerado para los músicos negros que tocaban al aire libre, ya que, por ejemplo, acompañaban a los tradicionales funerales de Nueva Orleans.
Poco a poco se fue produciendo la combinación del sentido africano del ritmo con las influencias clásicas europeas. En las marching bands se forjó el primer trompetista de jazz que alcanzó renombre, Charles Buddy Bolden (1877-1931), cuya banda acabó fijando el formato de los primeros grupos de jazz, combinando instrumentos melódicos (trompeta o corneta, clarinete y trombón) con una sección rítmica (guitarra, contrabajo y batería). Bolden aunó las estructuras de la música de baile criolla con los elementos más espontáneos del blues de quien tomó su intensidad emocional. Bolden también promovió el sentido rítmico del swing, alternando notas largas y cortas para producir el efecto rítmico característico del estilo. En los grupos musicales del momento, la corneta solía encargarse del tema original, mientras que el clarinete añadía ornamentos y el trombón interpretaba una contramelodía más lenta. Los temas se ensayaban, aunque dentro de ellos se intercalaban varios breaks, en los que se presentaban improvisaciones de los diferentes instrumentos.
King Oliver y su Creole Jazz Band (Oliver es el tercero por la izquierda y, en el centro sentado, aparece Louis Armstrong)
Otros músicos como Joe King Oliver (1885-1938) se formaron en las bandas de metal de Nueva Orleans y en Storyville.  Curiosamente, el New Orleans Style, tuvo su mayor esplendor en el Chicago de los años veinte. Allí acudieron King Oliver y su Creole Jazz Band (con un segundo corneta llamado Louis Armstrong, que estaba llamado a ser una de las principales figuras del jazz), Jelly Roll Morton con sus Red Hot Peppers, o Johnny Dodds y sus New Orleans Wanderers entre otros muchos. La emigración hacia Chicago de los principales músicos de jazz, alejó a Nueva Orleans de la vanguardia del movimiento, pero no de la apreciación musical, que seguiría muy presente.


El Dixieland, cuando los blancos empezaron a tocar música negra.
Cuando los topógrafos Charles Mason y Jeremiah Dixon fueron llamados para fijar una línea que resolviera un conflicto fronterizo en la Norteamérica colonial británica, no imaginaron la trascendencia que tendría su trabajo. La denominada Mason-Dixon Line  trazada entre 1763 y 1767 se convertiría simbólicamente (desde un punto de vista popular) en una frontera cultural entre el norte y el sur de los Estados Unidos, especialmente desde el Compromiso de Missouri de 1820, a partir del cual la línea separaba con bastante precisión los estados septentrionales, que habían abolido la esclavitud, de los meridionales que la seguían manteniendo. Desde entonces, desvirtuando el apellido de Jeremiah Dixon, el sur sería conocido como el territorio Dixie, Dixie Land.
No obstante, hay otra teoría que relaciona el término con unos billetes que emitía el Banc des Crovens de Louisiana por un valor nominal de 10 dólares y que llevaban en su anverso el número diez en francés (dix). Esos billetes eran llamados los “dixies” y de allí se habría extendido el uso del término “dixieland” para designar la zona de Nueva Orleans.
Sin polemizar sobre el origen del término, con ese nombre se identificaría una de las músicas de jazz que surgirían en Nueva Orleans en torno a 1910, la Dixieland, cuyo significado podría ser algo parecido a “música del sur”. Pero con una salvedad, porque la palabra Dixieland suele aplicarse a la adaptación que hicieron los blancos del New Orleans Style que tocaban los negros. Hay que tener en cuenta que en Nueva Orleans, el jazz no fue una música exclusiva de los negros, sino que también hubo bandas de blancos. Por ejemplo, desde 1891, Papa Jack Laine (considerado el padre del jazz blanco con su Reliance Band) deambulaba por la ciudad con sus músicos y se enfrentaba habitualmente en competiciones musicales improvisadas con las bandas negras.
Los blancos crearon un estilo diferente, menos expresivo, pero con mayores recursos técnicos. El habitual vibrato o los glissandi y sonidos arrastrados de las alegres y vitales bandas negras, pasaban a un segundo término en favor de melodías más “pulidas” y armonías más “limpias”. Los conjuntos siguiendo la guía del New Orleans Style solían enfrentar una primera línea de instrumentos de viento (corneta, clarinete y trombón) con una segunda que ejercía de soporte rítmico (piano y batería aunque también guitarra y tuba en ocasiones).
La Original Dixieland Jazz Band
Tras el precursor Papa Laine surgieron bandas como la Original Dixieland Jazz Band (también referida como ODJB) capitaneada por el trompetista y cornetista Nick LaRocca (que había formado parte de la banda de Papa Laine) o los New Orleans Rhythm Kings  creados por Paul Mares, considerado el primer estilista blanco de la trompeta, en la que destacaban sus solistas  Georges Brunies al trombón y Leon Rappolo al clarinete.
El éxito de estas primeras bandas fue extraordinario, justificándose en buena medida por la expansión del baile que estaba siendo impulsada por una nueva generación de jóvenes que buscaban con afán la diversión y el placer. Aquellas marchas iniciales de las bandas primitivas de Nueva Orleans se fueron transformando en nuevos estilos de baile que alcanzaron una popularidad enorme. El impulso definitivo se produjo a partir de las grabaciones que se efectuaron desde 1917. En ese año, la Original Dixieland Jazz Band realizó en Nueva York la primera grabación fonográfica de música de jazz, hecho que les convertiría en una de las orquestas estrella de los años veinte.

No obstante, en los años siguientes, el intercambio de músicos negros y blancos entre las diferentes orquestas hizo que la “frontera” entre Dixieland y New Orleans Style se desdibujara mucho, haciendo difícil la distinción entre ambos estilos. En cualquier caso, parece que hay un acuerdo generalizado en considerar que con el Ragtime, y New Orleans Style y el Dixieland comienza la historia de la música de jazz.


Foto de satélite con la mancha urbana de Nueva Orleans actual, el cauce del rio Mississippi y el lago Pontchartrain. El punto rojo indica la ubicación del núcleo original (Barrio Francés)
En 1920 la ciudad había alcanzado los 387.219 habitantes, y siguió creciendo hasta alcanzar su pico en 1960 con 627.525 residentes. Nueva Orleans evolucionó y fue adquiriendo ese carácter genuinamente norteamericano que ofrece el contraste entre los rascacielos del Central Business District (levantado en el antiguo Faubourg Ste. Marie, la primera ampliación, al oeste, del núcleo original) con urbanizaciones de vivienda unifamiliar. En las últimas décadas, la ciudad ha padecido un cierto declive socioeconómico, tendencia que se vería fuertemente agravada por el éxodo forzado tras el desastre del huracán Katrina. En 2013, su población es de 378.715 (aunque junto al área metropolitana se superan los 1,2 millones) y la ciudad sigue luchando por su recuperación.

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